Publicado en El Mundo: 8 de junio - 2025

Javier Gomá Lanzón
La verdad es aristocrática y el bien, democrático. La primera está reservada a los doctos que estudian y excluye de su conocimiento a todos los demás. El bien, en cambio, es rigurosamente igualitario: cualquiera puede aspirar a ser un campeón mundial en esa categoría sin que nada le impida obrar siempre con perfecta rectitud y decencia. Este viejo elitismo de la verdad parecía un destino inexorable hasta que hace poco ha irrumpido entre nosotros la Inteligencia Artificial: hoy, gracias a la tecnología, todo hijo de vecino, con o sin estudios, está dotado del más alto coeficiente intelectual y administra conocimientos de unas proporciones sin precedentes en la historia pasada. La cultura está propiciando que la verdad, originalmente aristocrática, se democratice. ¿No vivimos tiempos interesantes? Sería una sucia revancha del destino que la superinformada ciudadanía, ahora que puede conocer la verdad, la menosprecie por poco interesante y acabe prefiriendo la mentira.